En este cuento el personaje humano es un chico llamado Iñaki. Cambia el nombre por el del chico que vaya a escuchar esta historia!
Todas las hormigas coloradas se reunieron en el medio de la plaza, muy cerca del tobogán. Planeaban una estrategia porque a esa hora el oso hormiguero se despertaba con mucho hambre. ¡Y se las iba a comer a todas!
La hormiga presidenta comenzó su discurso:
- Chicas, estamos con un problema. Tenemos que unirnos como nunca para salvarnos del hambre del oso hormiguero. En grupo y con mucha valentía podremos salvarnos”.
La hormiguita Margarita la interrumpió:
- Pero tengo miedo, hormiga presidenta, ese oso tiene una boca muy grande y nosotras somos muy chiquitas.
- Nada, nada de miedos, dijo la hormiga presidenta, una sola no podrá con el hambre del oso hormiguero, pero si unimos nuestra energía para salvarnos y ayudarnos entre nosotras, todo va a salir bien.
Por ahí estaba Iñaki, lleno de alegría, subiendo las escaleras del tobogán para disfrutar de la caída final en el arenero.
- El plan es el siguiente, dijo la presidenta de las hormigas: caminamos derechito en fila hacia el arenero y nos quedamos en un rincón. Lleven hojas sobre sus cuerpos. Necesitaremos comer mucho antes.
Todas las hormigas estuvieron de acuerdo en obedecer a la presidenta. Entonces hicieron una fila, como la que hacemos en el colegio antes de izar la bandera. Tomaron distancia. Cada una puso una patita delantera en el cuerpo de la hormiguita que estaba delante. Una vez formada la fila comenzaron a caminar con sus hojas en la espalda. El viaje fue largo. Debieron apurarse porque el oso hormiguero estaba por despertarse. Después de casi una hora las hormigas llegaron al arenero, donde todavía estaba Iñaki disfrutando de su caída desde el tobogán.
- Bueno, ahora esperemos a que Iñaki caiga nuevamente en al arenero. Está por salir el oso hormiguero, dijo la hormiga presidenta. Escuchen atentas el plan: cuando Iñaki se acerque a este montón de arena, donde estamos escondidas, caminamos rápido y nos subimos a su zapatilla a través de sus cordones desatados. ¡Ojo! ¡No lo piquen! ¡El será quien nos ayude a salvar nuestra vida!
Las hormigas comieron un pedacito de hoja verde para estar sanas y fuertes y caminaron hacia los cordones de Iñaki. Se subieron a las zapatillas.
El oso hormiguero salió de su cueva y ¡las vio en el arenero! Pero ya estaban todas caminando sobre la zapatilla de Iñaki que estaba tan entusiasmado con el tobogán que se dirigía a la escalera para tirarse otra vez.
Justo cuando Iñaki llegó al escalón más alto del tobogán, el oso intentó llegar con su trompa a las hormigas que estaban en su zapatilla. ¡Pero no las alcanzó!
- Iñaki, no te tires del tobogán todavía, le dijo la hormiga presidenta. Este oso nos quiere comer.
Iñaki buscaba la vocecita que le hablaba, hasta que se dio cuenta que tenía la zapatilla llena de hormigas.
Todas comenzaron a pedirle ayuda a los gritos.
- ¡Por favor, Iñaki, no te tires!
Entonces Iñaki, que las vio tan preocupadas, se quedó sentado en el último escalón del tobogán y allí se quedó hasta que el oso hormiguero se cansó de esperar que las hormigas bajaran.
Enojadísimo, el oso hormiguero, regresó a su cueva. Una vez a salvo, Iñaki y las hormigas, que estaban en su zapatilla, disfrutaron de la caída en el tobogán. ¡Después Iñaki las llevó al sube y baja y a la hamaca! ¡Y se divirtieron tanto!
Terminada la tarde la hormiga presidenta dijo:
- Gracias, Iñaki, ya nos vamos a nuestro hormiguero secreto. Estaremos a salvo hasta mañana cuando otra vez venga el oso con mucho hambre.
Iñaki les prometió que vendría con amigos todos los días y se subirían al escalón más alto del tobogán para que el oso hormiguero vaya a buscar comida a otra plaza.
Y así fue. Iñaki y las hormigas se hicieron muy amigos. Y disfrutaban todas las tardes de los juegos de la plaza. El oso hormiguero nunca pudo comerlas. Comenzó a cansarse y a tenerles miedo a esas hormigas que parecían más poderosas que él por estar tan unidas sobre las zapatillas de un niño.
Una tarde el oso decidió mudarse a otro parque porque no había caso: esas hormigas, así de pequeñas, eran muy inteligentes y no se dejaban comer. ¡Querían vivir! Y supieron hacer todo lo necesario para burlar al grandote oso hormiguero de la plaza donde vivían. Desde entonces andan felices por la tierra, por el pasto y se llenan de alegría cuando lo ven llegar a Iñaki con todos sus amigos en zapatillas nuevas y de todos los colores. Suben y viajan. Se hamacan. Se tiran del tobogán. Y no pican a Iñaki ni a sus amigos. Porque saben agradecer todo lo que ellos hicieron por salvarlas del hambre del oso hormiguero.
Fuente: mesetasenlaalmohada.blogspot.com
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